Buscando la
Cara del Señor
Al igual que el Santo Padre, la arquidiócesis tiene el compromiso de acercarse a los jóvenes adultos
El 9 de noviembre conmemoramos la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán en Roma. El 18 de noviembre conmemoramos la dedicación de las basílicas de San Pedro y San Pablo en Roma.
Estas dos ocasiones son una celebración de los “hogares” de la Iglesia universal y sus raíces romanas, por así decirlo.
La de San Juan de Letrán es la Iglesia Catedral del Santo Padre. Las basílicas de San Pedro y San Pablo honran las tumbas de los dos “padres” fundadores de la Iglesia.
Uno no puede menos que pensar en el sucesor de Pedro durante estas festividades de la Iglesia universal. El Papa Benedicto XVI continúa sorprendiendo a muchos de nosotros debido a la energía que infunde como pastor universal.
Ciertamente se encuentra en el “ocaso de la vida” a la edad de 81 años. Para aquellos de nosotros que lo conocemos desde hace años, pareciera que su salud fuera mejor ahora que hace 10 años.
Trato de mantenerme al día con él leyendo la edición en inglés de la publicación semanal del Vaticano L’Osservatore Romano. Además de presentar su discurso semanal ante la audiencia general, el periódico generalmente publica diversas charlas y mensajes que el papa emite durante la semana. Me impactan los temas comunes que el Santo Padre aborda.
Recientemente recibió a los abades benedictinos que se encontraban en Roma en ocasión de su congreso general que se celebra cada cuatro años.
El Papa Benedicto tiene en muy alta estima la Regla de San Benedicto y los aportes que el monacato benedictino ha realizado a la civilización europea. Exhortó a los abades a que continúen desempeñando el papel civilizador que surte el monacato en una sociedad que carece penosamente del efecto armonizador del Evangelio de Cristo.
El Santo Padre también alentó a que los abades continuaran fomentando el espíritu de hospitalidad, que ha sido el sello distintivo de las comunidades benedictinas, en un mundo que necesita urgentemente lugares donde las personas puedan acudir para descansar en un espíritu verdaderamente cristiano “dentro del horizonte infinito de la esperanza cristiana.”
Me sorprendió gratamente que el argumento central del Santo Padre con los abades fuera urgirlos a dedicarse “con renovado celo apostólico, a los jóvenes que son el futuro de la Iglesia y de la humanidad. En efecto, para construir una ‘nueva’ Europa es necesario comenzar por las nuevas generaciones, ofreciéndoles la posibilidad de entrar en estrecho contacto con el tesoro espiritual de la liturgia, la meditación y la lectio divina. Esta acción pastoral y didáctica es de hecho más necesaria que nunca para toda la familia humana” (L’Osservatore Romano, #39, 24 de septiembre, 2008).
El Santo Padre realizó una breve visita a París y a Lourdes a mediados de septiembre. Viajó a Francia para participar en la celebración de los 150 años de la aparición de la Santa Madre en Lourdes.
El presidente de Francia, Nikolas Sarkozy ofreció al Papa una recepción formal en el Palacio Élysée. En su discurso al presidente, el Santo Padre dijo: “El Papa, como testigo de un Dios que ama y salva, se esmera por ser un sembrador de caridad y esperanza. Toda la sociedad humana necesita esperanza. Esta esperanza es aún más necesaria en el mundo de hoy que ofrece escasas aspiraciones espirituales y escasas certezas materiales.
“Mi mayor preocupación es por los jóvenes. Algunos de ellos luchan por encontrar la dirección correcta o sufren la pérdida de conexión con sus familias. En tanto que otros experimentan las limitaciones del comunitarismo religioso. En ocasiones marginados y con frecuencia de su cuenta, son vulnerables y deben llegar a aceptar por sí mismos una realidad que los abruma. Es necesario ofrecerles un entorno didáctico sólido y alentarlos a que respeten y asistan a otros, si desean progresar serenamente hacia la edad de la responsabilidad” (L’Osservatore Romano, #38, 17 de septiembre, 2008).
Desde que me convertí en obispo he estado profundamente comprometido con la educación católica y la formación religiosa de nuestra juventud. Nuestras escuelas y programas parroquiales de catequesis conforman un ministerio fundamental para nuestros jóvenes.
La arquidiócesis también ha estado trabajando durante varios años para fortalecer nuestros programas del ministerio para jóvenes, además de la educación católica y la formación catequística.
En época más reciente hemos comenzado los esfuerzos para proporcionar un “hogar” arquidiocesano para nuestros jóvenes adultos. Este ministerio aborda el desafío importante de la movilidad que enfrentan nuestros jóvenes adultos. A través del uso de Internet y otros medios tecnológicos esperamos ofrecer más iniciativas para los jóvenes adultos y específicamente para el ministerio en el campus en nuestras universidades e institutos de educación superior.
La presencia de cinco jóvenes adultos en nuestra peregrinación arquidiocesana a Tierra Santa fue intencional. Su presencia e interacción con los peregrinos más mayores resultó una bendición para todos los involucrados.
Nuestros esfuerzos continuarán haciendo eco de las esperanzas del Papa Benedicto. †