Buscando la
Cara del Señor
Los inmigrantes realizan un aporte positivo a nuestra sociedad
Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción es la patrona de Estados Unidos. Celebramos su festividad como una solemnidad el 8 de diciembre.
Nuestra Señora de Guadalupe es la patrona de América: Norteamérica, Centroamérica y Suramérica. Esta última afirmación fue decretada por el difunto Papa Juan Pablo II en ocasión del Sínodo en América.
Resultó una declaración apropiada, tomando en cuenta que la aparición de Nuestra Señora al San Juan Diego en Tepeyac, México, es una aparición única en América.
En ese mismo sínodo el Papa Juan Pablo II habló sobre nuestro continente como una América unificada.
La festividad de Nuestra Señora de Guadalupe ha sido incorporada al calendario litúrgico de Estados Unidos el 12 de diciembre. Ambas celebraciones honran a la misma Madre de Dios y Madre de la Iglesia y añaden un reconocimiento adecuado de María durante la temporada llena de júbilo y esperanza del Adviento.
Al observar la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe nos unimos a nuestros hermanos y hermanas católicos de México, para quienes esta celebración posee una importancia capital.
La Madre de Dios parecía ser una simple campesina con la cual los pobres de todas partes pueden sentirse identificados. No puedo menos que pensar en los miles de inmigrantes mexicanos que encuentran esperanza y consuelo en su devoción a Nuestra Señora de Guadalupe.
Asimismo, considero que la Santa Madre debe mirar perpleja la complejidad y la controversia que existe en torno a la situación de los inmigrantes en nuestro país.
Resulta decepcionante que durante las recientes elecciones presidenciales este tema fue relegado a segundo plano frente a otros problemas, especialmente la crisis económica.
De hecho, muchos de los mitos que rodean la controversia actual de la inmigración ejercen un impacto sobre la economía. Algunos de los mitos más predominantes exponen que dicho impacto es negativo.
El pasado mes de mayo el Obispo William L. Higi de la Diócesis de Lafayette llevó a cabo un gran estudio sobre algunos de los mitos que atañen a la economía de nuestro país y del estado. Con su venia, he tomado prestado pasajes de su estudio esclarecedor que fue publicado el 25 de mayo en su semanario diocesano, The Catholic Moment.
El primer mito que abordó el obispo fue el siguiente: Los inmigrantes les quitan los trabajos y las oportunidades a los estadounidenses.
El Departamento de Trabajo de Estados Unidos proyecta que para el 2010 Estados Unidos habrá creado 22 millones de trabajos nuevos. Si esta proyección es acertada, se crearán 9 millones de trabajos más que la cifra de trabajadores nacidos en el país que ingresarán al mercado laboral. A medida que los nacidos tras la Segunda Guerra Mundial, los baby boomers, salen del mercado laboral después de 2010, dicha brecha se hará aún mayor.
El Obispo Higi señaló acertadamente que las leyes migratorias no reflejan las realidades demográficas y económicas. Formuló esta pregunta: ¿Acaso los nacidos en Estados Unidos tomarían los trabajos mal remunerados que poseen actualmente los inmigrantes, tanto indocumentados como aquellos con papeles?
Expresó que en una cultura de control de la natalidad, no somos el único país desarrollado que depende de los inmigrantes para cubrir sus necesidades de mano de obra. Asimismo, señaló que tomando en cuenta todos los elementos, los inmigrantes cierran la brecha entre los trabajos cubiertos y los estadounidenses nacidos en el país que ingresan a la fuerza laboral.
Existe un segundo mito: Los inmigrantes no pagan impuestos. De hecho, tanto los inmigrantes con papeles como los indocumentados, pagan impuestos. Una variedad de estudios demuestra que los inmigrantes pagan entre $90 mil millones y $140 millones anuales en impuestos federales, estatales y locales.
El “archivo de trámite” (impuestos que no compaginan con el nombre y el número de Seguro Social del trabajador), de la Administración del Seguro Social asciende ahora a aproximadamente $420 mil millones en ingresos de inmigrantes que no pueden reclamar beneficios.
El Obispo Higi señaló que la mayoría de los inmigrantes indocumentados pagan impuestos utilizando un Número de Identificación Personal del Contribuyente (ITIN, por sus siglas en inglés), el cual ha sido emitido por el IRS a más de 8 millones de personas sin importar su situación migratoria.
Además de los impuestos estatales sobre la renta, todos los inmigrantes pagan los mismos impuestos sobre las ventas que el resto de nosotros. Independientemente de si son propietarios de viviendas o no, los impuestos a la propiedad se reparten a estos inmigrantes mediante el alquiler.
El Consejo Nacional de Investigación calcula que los beneficios económicos derivados de la inmigración ascienden a $10 mil millones anuales. Las personas que dicen que los inmigrantes son una carga para la economía y la fuerza laboral estadounidense no han investigado lo suficiente o bien están tergiversando los hechos.
El Obispo Higi concluye así su estudio: “En resumen, los inmigrantes aportan más en impuestos y pagos de Seguro Social de lo que consumen en recursos públicos. El hecho es que los inmigrantes contribuyen a la economía tomando los trabajos y realizando servicios vitales para nuestro estilo de vida. Y pagan impuestos. Aunque quizás no exista una forma sencilla para remendar nuestro sistema migratorio averiado, los esfuerzos para hacerlo no deben basarse en mitos.”
Los inmigrantes realizan un aporte positivo a nuestra sociedad, al igual que nuestros ancestros. Los inmigrantes mexicanos también son testimonio de una admirable devoción a la Madre de Dios y a nuestra Santa Madre. †