Buscando la
Cara del Señor
Encuesta reafirma la necesidad de que el ministerio a los jóvenes adultos sea una prioridad
Los lectores de The Criterion recordarán que he hablado acerca del ministerio en las universidades y para los jóvenes adultos como una de las principales prioridades de nuestro plan de liderazgo estratégico arquidiocesano más reciente. En ese marco de ideas, ofreceré una serie de columnas respecto a esta iniciativa en el curso de las próximas semanas.
En febrero del presente año, se publicó una encuesta muy oportuna, realizada entre jóvenes adultos y patrocinada por Knights of Columbus. La llevó a cabo Marist College Institute for Public Opinion en Poughkeepsie, Nueva York. La encuesta se refiere a estos jóvenes adultos, comprendidos entre los 18 y los 29 años, como la “Generación Y.” Es interesante y esclarecedor analizar un resumen ejecutivo de los resultados.
La encuesta fue publicada con el fin de comprender y comparar la espiritualidad de los estadounidenses y de la Generación Y. En ella se examinan valores morales, perspectivas frente al mundo, experiencias religiosas y aspectos sociales relevantes para cada uno de ellos. Se estableció contacto con una muestra representativa de estadounidenses entre diciembre de 2009 y principios de enero de 2010.
A los adultos de 65 años en adelante se les denomina la “Generación grandiosa.” Dudo que a alguien le sorprenda que los resultados de la encuesta indican que los nietos son muy distintos a sus abuelos.
Pero también existen áreas en las que coinciden los puntos de vista.
Por ejemplo, al igual que sucede con los estadounidenses promedio, la mayoría de la Generación Y, incluyendo los católicos, cree en Dios y ha ofrecido su tiempo como voluntario en su iglesia o comunidad. Más de 6 de cada 10 católicos expresan haber participado en un retiro religioso o proyecto de servicio.
Las generaciones anteriores señalaron que a sus veinte años su objetivo principal en la vida era comenzar una familia. La mayoría de la Generación Y dijo que su objetivo principal de largo plazo era el enriquecimiento espiritual o estar más cerca de Dios. Si bien no se muestran tan negativos en relación al deterioro de los valores morales y sociales, muchos comparten la opinión de los estadounidenses mayores de que la nación va por la vía equivocada en cuanto a lo moral.
Me pareció interesante enterarme en la encuesta de que todas las generaciones creen que el país no tiene un compromiso suficiente con virtudes tales como la obligación del matrimonio, la responsabilidad personal, el respeto por los demás, el trabajo arduo, la honestidad y la integridad. La mayoría de la Generación Y, casi sin excepción, piensa que la infidelidad marital es moralmente censurable. Casi 6 de cada 10 ven el aborto desde la misma óptica.
Los resultados de la encuesta indican que la religión es una parte importante de la vida cotidiana de la mayoría de los estadounidenses. Ocho de cada 10 católicos practicantes describen la religión como un aspecto vital de sus vidas diarias.
Los miembros católicos de la Generación Y son más propensos a creer en Dios que sus equivalentes no católicos. Aparentemente la mayoría de los estadounidenses considera aceptable practicar más de una religión. No me sorprendió averiguar que la mayoría de los católicos practicantes cree que debería haber un compromiso con una sola religión.
Resultó prometedor conocer que 6 de cada 10 estadounidenses, incluyendo los de la Generación Y, desean aprender más acerca de su religión. Esto abarca casi dos tercios de católicos de la Generación Y y la mayoría de los católicos practicantes.
No obstante, de la encuesta se derivan otros indicadores menos alentadores en relación a los católicos de la Generación Y.
Por ejemplo, sólo 25 por ciento de los jóvenes adultos católicos declararon que asistían a servicios religiosos al menos una vez al mes. Ochenta y cinco por ciento dijo que creía en Dios. Aproximadamente un tercio de los católicos de la Generación Y reportó que había participado en un retiro religioso o proyecto de servicio religioso, en tanto que 71 por ciento reportó ofrecer su tiempo y sus talentos durante los últimos 12 meses.
Más de 3 de cada 10 miembros de la Generación Y definen su objetivo principal de largo plazo en la vida en términos religiosos. La incidencia es mayor que en cualquier otro grupo etáreo. Un tercio de los católicos de la Generación Y dijeron que su objetivo de vida de largo plazo gira en torno a la familia. La espiritualidad y la proximidad con Dios son aspectos importantes para casi uno de cada cinco.
Aunque no es de sorprender, de todos modos resulta desalentador comprobar que la encuesta indica que para la mayoría de los estadounidenses la moral es algo relativo. No ven las cosas marcadamente como correctas o incorrectas para todos y dicha opinión es más firme en la Generación Y.
Resulta prometedor que la mayoría de los católicos practicantes cree que la moral no es algo relativo y que se basa en estándares inmutables. No obstante, 42 por ciento considera que la diferenciación entre lo correcto y lo incorrecto no es tajante para todo el mundo.
Algunos de los resultados de los católicos de la Generación Y son motivo de preocupación. Ochenta y dos por ciento de estos jóvenes adultos considera que la moral es relativa, es decir, que la definición de lo correcto y lo incorrecto no se aplica a todos. Únicamente 18 por ciento de los jóvenes católicos considera que las verdades de la moral son absolutas. Esto constituye un indicador drástico de la necesidad de impartir una catequesis más efectiva acerca de la moral católica. A pesar de ello, el 82 por ciento cree en el compromiso del matrimonio y 75 por ciento apoya la honestidad y la integridad.
Sesenta y seis por ciento de los jóvenes adultos católicos considera que el aborto es algo moralmente erróneo. Sesenta y tres por ciento considera que el suicidio asistido es moralmente erróneo. Treinta y tres por ciento considera erróneas las investigaciones sobre células madre. Únicamente 20 por ciento considera que las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer no casados son moralmente inaceptables; 42 por ciento no las considera un problema moral.
De ser precisos, los datos aportados por la encuesta marista brindan una mezcla de buenas y malas noticias. Ciertamente reafirman la necesidad de que el ministerio a los jóvenes adultos sea una de las principales prioridades. †