Buscando la
Cara del Señor
Una política de inmigración adecuada respeta los derechos de las personas otorgados por Dios
Me siento profundamente consternado respecto a una propuesta de legislación estatal que aborda cuestiones migratorias y que se someterá a la consideración de los legisladores de Indiana en el futuro próximo. Entiendo que la inmigración es un tema que remueve emociones muy fuertes. Sin embargo, no podemos permitir que la frustración que muchos sienten con respecto a este asunto conlleve a que nuestros legisladores sancionen leyes perniciosas.
Por tal motivo, participé en una ceremonia celebrada en el Capitolio de Indiana el 9 de febrero, junto con el obispo Timothy Doherty de la Diócesis de Lafayette en Indiana y otros líderes religiosos, así como líderes empresariales y de servicios sociales de Indiana. Presentamos y firmamos el Pacto de Indiana (Indiana Compact) que pretende definir los parámetros para un debate racional sobre la situación migratoria.
Es evidente que necesitamos una reforma migratoria en Estados Unidos y nuestro país ciertamente tiene el derecho y el deber de controlar sus fronteras. Esta es una cuestión que debe abordarse en instancia federal. La amplia gama de grupos que participaron en la conferencia de prensa dejó en evidencia que el pueblo de Indiana desea una respuesta nacional a este problema y no un remiendo inapropiado de leyes estatales y locales.
Mi más profunda preocupación respecto al desarrollo de una política migratoria local es la aparente falta de rostros humanos reales, niños y familias, en la propuesta de ley. Los legisladores deben mantener siempre presente en sus decisiones que los inmigrantes poseen una dignidad humana inherente, al igual que el resto de las personas. Pareciera que los niños casi siempre quedan olvidados en el debate acerca de la política migratoria.
Algunos derechos son inherentes a la condición humana, los cuales son derechos que se extienden más allá de las fronteras nacionales. Todos los inmigrantes, legales o ilegales, tienen el derecho natural de que se les respete.
Cada persona ha sido creada a imagen de Dios. Se trata de un hecho moral fundamental. Enfrentamos retos importantes, pero nos vendría bien reflexionar sobre las palabras de Jesús en Mateo 25: “Fui forastero y me diste alojamiento”.
Considero que podemos diseñar una política nacional que acoja al forastero (y a Jesús, presente en él) y al mismo tiempo hacer justicia al bien común sin despojar a nadie de los derechos naturales que Dios le ha otorgado.
El Pacto de Indiana que firmé junto con otros líderes de nuestro estado, es una declaración de cinco principios para guiar un debate racional sobre políticas migratorias. El Pacto declara simplemente:
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Soluciones federales: la inmigración es una cuestión de política federal entre el gobierno de EE.UU. y otros países, no entre Indiana y otros países. Exhortamos a la delegación del Congreso de Indiana, así como a otros, para que encabecen esfuerzos tendientes al fortalecimiento de las leyes federales y su reforma. Reconocemos que la seguridad fronteriza es un elemento clave de la seguridad nacional y en tal sentido exhortamos a nuestros representantes del Congreso para que trabajen a fin de proteger las fronteras como parte de una política migratoria integral.
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Agencias policiales: respetamos el principio de derecho y apoyamos el juicio y la discreción profesional de las agencias policiales. Los recursos de las agencias policiales locales deben concentrarse en las actividades delictivas, no en las violaciones civiles al código federal.
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Familias: un núcleo familiar sólido es la base de una comunidad exitosa. Nos oponemos a las políticas que dividan familias innecesariamente. Abogamos por las políticas que promuevan los lazos familiares y mejoren la salud, la educación y el bienestar de todos los niños de Indiana.
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Economía: Indiana se beneficia más de una economía que maximiza la libertad individual y las oportunidades. Reconocemos el papel económico que desempeñan los inmigrantes como trabajadores y contribuyentes. Las políticas migratorias de Indiana deben reafirmar nuestra reputación global como un estado acogedor y abierto a los negocios.
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Una sociedad libre: los inmigrantes se integran en las comunidades en todo Indiana. Debemos adoptar un enfoque humano a esta realidad que refleje nuestra cultura, historia y espíritu de inclusión únicos. La forma como tratemos a los inmigrantes dirá más acerca de nosotros como sociedad libre y menos sobre vecinos inmigrantes. Indiana deberá ser siempre un lugar que dé la bienvenida a personas de buena voluntad.
Trabajemos juntos para lograr una política migratoria nacional extensa que ofrezca un programa de legalización de modo que los trabajadores indocumentados cuenten con una vía para obtener la residencia permanente. Debemos reformar el sistema migratorio basado en empleo para que los trabajadores de escasas calificaciones puedan ingresar en Estados Unidos y trabajar de forma segura, legal, organizada y humana. Asimismo, debemos disminuir los plazos de espera para que las familias puedan reunirse.
Sin duda alguna, mi enfoque y mi principal preocupación en el debate que nos ocupa son las cuestiones morales fundamentales que son básicas para la protección de la dignidad de la persona humana y de nuestros derechos naturales otorgados por Dios. No obstante, las posibles consecuencias económicas de una ley local negativa pueden ser perturbadoras.
“Los inmigrantes en Indiana aportaron más de $2.3 mil millones en ingresos tributarios federales, estatales y locales en 2007 y representan más de 160,000 plazas de trabajo y más de $10 mil millones en actividad económica” dijo Kevin Brinegar, presidente de la Cámara de Comercio de Indiana.
En resumen, la política migratoria ejerce un impacto sobre los trabajos y el crecimiento empresarial, con posibles consecuencias más profundas, tanto para inmigrantes como para no inmigrantes. Definitivamente tenemos un deber moral de tratar a nuestros compañeros humanos con dignidad y compasión. †