Alégrense en el Señor
Los desafíos que enfrentan las familias de hoy en día
Supongo que sería cierto afirmar que las familias siempre han enfrentado desafíos. Las sagradas escrituras describen una serie interminable de problemas familiares, desde el momento en que nuestros primeros padres pecaron, hasta que María, la mater dolorosa (la madre dolorosa), estrechó entre sus brazos el cuerpo crucificado de su hijo. Todas las familias tienen sus problemas. Algunos de ellos son producto de su situación particular o de sus elecciones, pero ciertamente no todos.
Y sin embargo, valoramos a la familia como la más fundamental de todas las instituciones humanas. Veneramos a la Sagrada Familia (Jesús, María y José) como el modelo a seguir para las familias cristianas. Decimos que la familia es la unidad social más elemental. Y consideramos a la familia como la “Iglesia doméstica,” que no es menos ecclesia (asamblea o reunión sagrada) que nuestras parroquias, diócesis o la Iglesia universal.
El hecho de que la familia sea tan fundamental y tan importante para nuestra forma de vida significa que los desafíos que la aquejan afectan a cada ser humano en particular y a cada aspecto de la sociedad humana. Si en verdad es justo decir que la familia está “en crisis,” entonces también debemos aseverar que toda la vida y la sociedad humana están en crisis.
Hace casi un año, el 8 de octubre de 2013, el papa Francisco convocó a la tercera Asamblea General extraordinaria del Sínodo de los Obispos para hablar sobre el tema “Los retos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización.”
La preparación para esta reunión de líderes eclesiásticos comenzó al enviar a los obispos de todo el mundo un conjunto de preguntas en relación con la situación actual del matrimonio y la vida familiar en todas partes. Se recibieron respuestas a estas preguntas procedentes de “los sínodos de las iglesias católicas orientales, las conferencias episcopales, los departamentos de la Curia romana y de la Unión de Superiores Generales,” así como de “un número importante de diócesis, parroquias, movimientos, grupos, asociaciones eclesiásticas y familias,” y de “instituciones académicas y especializadas, tanto católicas como no católicas.”
En resumen, el Vaticano recibió miles de respuestas muy detalladas a sus preguntas en cuanto a los desafíos que enfrentan las familias de hoy en día.
En el transcurso de las próximas ocho semanas deseo compartir con ustedes algunas reflexiones sobre los temas más importantes que abordan estas preguntas. Mi objetivo será plantear las interrogantes, ofrecer algunas reflexiones a la luz de las enseñanzas de la Biblia y de la Iglesia y luego pedirles que reflexionen con recogimiento sobre el “plan de Dios para la familia” tal como se expresa en nuestras propias familias, parroquias y en nuestra arquidiócesis.
¿Acaso está en crisis la familia de hoy en día? Las respuestas que recibió la Santa Sede a sus preguntas enumeran desafíos que pueden parecer abrumadores: la influencia de los medios de comunicación y la tecnología, el relativismo, el laicismo, el egoísmo, la negación a establecer compromisos a largo plazo, los índices de divorcio y de segundas nupcias en todas partes, las familias mixtas, las uniones del mismo sexo, la “mentalidad de desecho” que a menudo incluye a los niños que no han nacido, los enfermos y los ancianos, en combinación con lo que el Papa Francisco denominó una “cultura del desperdicio” y una “cultura del momento.”
No todos estos desafíos son nuevos pero no parece existir un sentido renovado de urgencia y de inmediatez para nosotros. Ciertamente nosotros tenemos nuestra cuota de responsabilidad por los problemas que enfrentamos hoy en día, pero tal como nos recuerda el papa Francisco, somos un pueblo de esperanza y tenemos plena confianza en que el Espíritu Santo nos ayudará a descubrir “la verdad acerca del amor conyugal y de la familia, y a responder a los numerosos desafíos que estos nos presentan” (cf. “Evangelii Gaudium,” #66).
Las mismas escrituras que ilustran la presencia de los problemas familiares a lo largo de toda la historia humana también revelan el plan de Dios para el matrimonio y la familia. En el primer capítulo del libro de Génesis, aprendemos que los hombres y las mujeres han sido creados a imagen y semejanza de Dios y que, en efecto, están hechos el uno para el otro (cf. Gn 1:24–31 y Gn 2:4–25).
En el Nuevo Testamento, las cartas de San Pablo describen el “gran misterio” que hacen del matrimonio y la familia la señal más profunda del amor entre Cristo y su Iglesia (cf. Ef 5:31–32). Las enseñanzas de la Iglesia nos dicen reiteradamente que el plan de Dios para la familia encuentra sus raíces en el propio ser de Dios, la Santísima Trinidad y el Amor que es Dios.
En su encíclica “Deus Caritas Est” (“Dios es amor”), el papa Benedicto XVI hace énfasis en que “El matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo y, viceversa, el modo de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano” (#11). Cuando la familia se basa en el amor de Dios, puede sobrevivir todos los desafíos. Como nos enseña el papa Francisco, “ese amor es fiable y vale la pena acogerlo, ya que se basa en la lealtad de Dios, que es más fuerte que nuestras propias debilidades.”
Acompáñenme a elevar una oración por las familias y por el éxito del sínodo extraordinario sobre los desafíos que enfrentan las familias de hoy en día y que tendrá lugar el mes que viene. †
Traducido por: Daniela Guanipa