Alégrense en el Señor
La Iglesia: madre misericordiosa de todos sus hijos
El papa Francisco ha dicho que su imagen predilecta de la Iglesia es la de una “madre”; dice que ese es “el rostro de la Iglesia.” Es una imagen que desea que la Iglesia proyecte más a menudo.
¿Qué queremos decir al llamar a la Iglesia “nuestra madre”? El papa Francisco responde esta pregunta describiendo lo que las madres hacen por sus hijos.
“Una madre enseña a caminar por el sendero de la vida,” expresa el Papa. “Enseña a prosperar en la vida; sabe cómo guiar a sus hijos; busca las maneras para señalar el camino acertado en la vida para que sus hijos crezcan y se conviertan en adultos.”
La Iglesia es la madre que nos enseña, nos guía y nos ayuda a crecer. Es un alma mater (una madre que brinda sustento) en contraposición a una maestra estricta y cruel que procura imponernos sus ideas.
El papa Francisco hace énfasis en que una verdadera madre quiere solo lo mejor para sus hijos; jamás les enseña algo que pueda perjudicarlos, sino que busca impartirles únicamente aquello que los ayudará a adquirir más conocimientos y sabiduría.
“Pensemos en los Diez Mandamientos,” comenta el Papa. “Estos emanan del cariño y del propio amor que Dios nos profesa.” Casi anticipando nuestra reacción, el Santo padre prosigue: “Probablemente me digan: ¡pero son mandamientos! ¡Son una lista de prohibiciones!” El Papa nos invita a observarlos con mayor detenimiento, a leerlos y a contemplarlos bajo una luz positiva. “Verán que tienen que ver con la forma de comportarnos con Dios, con nosotros mismos y con los demás, así como una madre nos enseña a vivir bien.”
Dado que la Iglesia es una madre cariñosa, nos dice el papa Francisco, nos enseña solamente “aquello que es mejor para sus hijos.” No siempre queremos escuchar los consejos de nuestras madres; creemos que sabemos más que ellas. Pero a medida que crecemos, evocamos las sabias palabras de nuestras madres y estas nos ayudan a discernir y a tomar distintas decisiones “para tener éxito en la vida.”
Una madre cariñosa posee una paciencia y una misericordia infinitas, sin importar los errores que cometan sus hijos. “Cuando un niño crece y se convierte en adulto—expresa el Papa—hace lo que quiere y, en ocasiones, quizá se aleje de su camino.” En lugar de abandonar a sus hijos, “una madre siempre, en cualquier situación, tiene la paciencia para seguir acompañando a sus hijos.” Incluso cuando cometemos errors—a veces muy graves—nuestras madres siempre están a nuestro lado. “Las impulsa la fortaleza del amor… Siempre encuentran una manera para comprender y ayudar a sus hijos.”
El papa Francisco cree que la Iglesia es una madre misericordiosa: “Siempre procura defendernos, incluso aunque nos alejemos del camino.” El Papa insiste en que la Iglesia “jamás cierra las puertas de su casa” a aquellos que se han extraviado en el camino. “No juzga, sino que ofrece el perdón de Dios; brinda su amor para invitar a sus hijos a que regresen al camino correcto. Aunque hayan caído en un abismo profundo, la Iglesia no teme adentrarse en la oscuridad de la noche junto con ellos para infundirles esperanza.” Siempre recibimos misericordia y esperanza, aunque estemos rodeados de oscuridad.
Por último, el papa Francisco nos recuerda que una madre amorosa ora por sus hijos, especialmente cuando más lo necesitan. Las madres interceden por sus hijos; imploran a nuestro Padre celestial para que sea benevolente y misericordioso, para que nos levante si hemos caído “en un abismo profundo” y para permitir que la luz de Cristo ilumine las tinieblas que nos rodean. “A través de la oración, la madre coloca la vida de todos sus hijos en las manos del Señor,” comenta el Papa. “Confiemos en el poder de la oración de la Madre Iglesia: el Señor no es indiferente a sus súplicas; siempre sabe cómo sorprendernos cuando menos lo esperamos.”
Probablemente el acto más sorprendente que jamás haya realizado el Señor fue convertirse en hombre y nacer de una mujer. Como bebé, dependía totalmente de su madre; como un hombre que murió en la cruz para redimirnos, nos entregó a su madre para que se convirtiera en la madre de la Iglesia.
María es el modelo de maternidad que la Iglesia procura imitar; es la maestra perfecta, la Madre de la Misericordia y la que intercede constantemente por nosotros ante nuestro Padre en el cielo.
Que la Iglesia siempre busque el ejemplo de María. Que la Madre Iglesia jamás sea indiferente, cruel ni despiadada con nosotros, sus hijos. ¡Que siempre nos dé la bienvenida a casa cuando nos hayamos apartado del camino! †
Traducido por: Daniela Guanipa