Los graduados del IPI están llamados a dar fruto en el servicio a los demás
Oscar Salcedo de la parroquia de San Bartolomé de Columbus y graduado del Instituto Pastoral Intercultural, reflexiona sobre su experiencia en el programa de dos años. (Foto de Mike Krokos)
Por Mike Krokos
Oscar Salcedo estuvo a punto de no graduarse.
Debido a problemas personales tuvo que dejar las clases en el Instituto Pastoral Intercultural (IPI) de la Arquidiócesis tras su primer año de estudios, lo que le llevó a pensar que no completaría el programa de liderazgo de dos años.
Pero una llamada telefónica lo cambió todo.
“Recibí una llamada de la Dra. Carmen Hernández [coordinadora del IPI], instándome a regresar y terminar el programa de liderazgo,” recuerda Salcedo, miembro de la parroquia de San Bartolomé en Columbus.
Aunque al principio le dijo a Hernández “No, no, no. … Pero siguió insistiendo, hasta que me convenció para que volviera al instituto.” ¡Gracias por insistir, doctora!
“Finalmente me di cuenta de que mi negativa era algo insignificante ante la voluntad de Dios”—continuó Salcedo—. “Por eso me pongo a disposición de Dios, para que me use como su instrumento y se haga su voluntad, no la mía.”
Salcedo fue elegido para pronunciar un discurso en nombre de sus compañeros durante el programa de certificación de Liderazgo Pastoral del IPI, celebrado el 28 de junio en la Casa de Retiros Nuestra Señora de Fátima de Indianápolis. El arzobispo Charles C. Thompson inició el acto celebrando una misa, y la velada incluyó también una ceremonia de graduación, la entrega de diplomas y una cena.
El IPI forma líderes pastorales y catequéticos en las diversas comunidades étnicas de la Arquidiócesis y de la diócesis de Lafayette, y en la reunión se otorgó reconocimiento a 22 graduados.
“Vayamos y marquemos la diferencia”
En su homilía, pronunciada en español, el arzobispo Thompson felicitó a los graduados por haber obtenido sus certificados. Señaló que su trabajo incluía mucho tiempo de “oración, estudio y discernimiento para el servicio en la Iglesia.
“Aquellos que se han mantenido firmes en la fe, perseverantes en sus esfuerzos y fervientes en el discipulado misionero serán reconocidos por el fruto de su labor. Como los árboles que dan buenos frutos porque sus raíces son profundas en la tierra, así las raíces de los que se certifican en guía espiritual y liderazgo pastoral deben permanecer profundamente conectadas a la persona de Jesucristo. Sin un encuentro personal y una relación continua con él, ¿cómo se mantiene bueno el fruto de nuestro ministerio?”
La liturgia se celebró en la festividad de San Ireneo, obispo de Lyon durante 25 años antes de ser martirizado cerca de año 202. Era conocido por sus escritos para rebatir las herejías de su época y explicar principios de la fe cristiana.
El arzobispo dijo a los asistentes que el santo estaba “firmemente afianzado en Jesucristo a través de un profundo compromiso con la oración, las Escrituras y los sacramentos,” y que “su testimonio dio el buen fruto de una vida arraigada en la relación personal con Jesucristo.”
El arzobispo Thompson expresó que, al igual que san Ireneo, “debemos permitirnos ser instrumentos de su gracia salvadora de curación, unidad, misericordia y reconciliación.”
Apoyado en la gracia divina de Dios que recibimos a través de la palabra, los sacramentos y el servicio, el arzobispo animó a los graduados a ayudar a llevar a cabo la misión de Jesús.
“Permaneciendo para siempre profundamente arraigados en la relación personal con Jesucristo, dando el fruto de la Buena Nueva de la Salvación”—prosiguió—“vayamos y marquemos la diferencia en la vida de los demás. Que los reconozcan por su fruto de fe en acción.”
“El modelo de enseñanza de Jesús”
En su discurso a la 11.ª promoción del programa de formación de dos años, Hernández reconoció el esfuerzo, la dedicación, el entusiasmo y el compromiso de los estudiantes.
“A partir de hoy, van a dar vida a sus vidas, a sus nuevos caminos como líderes pastorales”—señaló—. “Recuerden siempre que el mejor modelo de liderazgo católico es el del líder servidor, el modelo de enseñanza de Jesús que nos lleva a unirnos en la oración y a ayudar a nuestros hermanos, en particular a los más necesitados. San Juan Pablo II lo destacó cuando dijo: “ ‘El amor es mirar al otro, no para servirse de él, sino para servirle.’ ”
Hernández aseguró que al ministrar en el futuro, los graduados tendrán la oportunidad de seguir creciendo cerca de Jesús, seguirle, servirle y guiar a otros hacia él.
“El amor a Dios es la verdadera fuerza del alma, la poderosa convicción que nos mueve a tener confianza y a caminar hacia él, desde el amor al hermano y en particular a los más necesitados, a los pobres en sentido material y espiritual” —expresó Hernández—. “Esta es la dirección que ustedes, ahora líderes pastorales, deben tener como norte.”
Salcedo señaló que amar y servir a Dios será el núcleo de su misión.
“Si permanecemos fieles a Dios, sin duda, el amor florecerá en nuestro ser. Este es el amor que proviene de Dios que nos transforma, nos hace más serenos, más optimistas, más compasivos, más sabios. Y es a través del amor donde se consigue la verdadera forma de servir y vivir en este mundo para los demás.”
(Para conocer más sobre el Instituto Pastoral Intercultural y su programa, visite www.archindy.org/multicultural.) †